En el siglo pasado los biologicistas afirmaban que los fenómenos psicológicos, sociales y culturales de los seres humanos dependen de condiciones biológicas.
De modo que para comprendernos y explicarnos debemos basarnos en los hechos biológicos.
Por ejemplo, tu color de piel, puede justificar tú pobreza e incapacidad. Por esto mismo la odiosa palabra “raza” encierra en sí cualidades superiores o inferiores de unas personas a otras.
Con estos conceptos en Alemania en 1935 se imponen las Leyes de Núremberg dándole menos derechos a los judíos que a otros residentes de Alemania.
Creo que todos sabemos lo que terminó siendo el holocausto.
Pero ante semejantes abusos de poder, hay héroes comunes y cotidianos que no llevan capas.
Uno de ellos fue Mordechai Anielewicz que con solo 23 años dijo “no” y comando la rebelión del gueto de Varsovia, que ante toda la angustia de vivir en semejante situación lograron parar la maquinaria nazi durante un mes. Murieron, todos, pero salvaron el honor del género humano.
Un poco más acá en el tiempo, Rosa Parks viajaba en un colectivo en Montgomery Estados Unidos y el conductor en una parada le dijo que tenía que levantarse, irse al fondo (lugar de los negros) y dejarle el asiento a un hombre blanco.
Ella, simplemente dijo “no”, fue arrestada, pero desde ahí se inició el movimiento por los derechos civiles contra la segregación en ese país.
Todos, todos los días podemos ser Mordechai y Rosa, con el simple hecho de decir “no”: a la xenofobia, discriminación y segregación.
Eduardo Chervo – 2022
