Conocer la felicidad por Eduardo Chervo

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Ayer cuando llegué al trabajo, me plantearon mi hermosa evidente cara de malhumor, era una obviedad mi sueño y un día largo por atropellar o que tenía que llevar delante,  no me dejaba forma de escapar a mi gesticular cara.

Dicen que, si uno adopta un “pensamiento positivo”, es más fácil encontrar la felicidad, pero no es fácil sonreír y contar chistes cuando suena el despertador y el sueño está intacto, o festejar que un electrodoméstico o el auto se rompió.

Se supone que, si logramos una paz mental, maximizaremos nuestros días logrando bienestar, pero esto no es tan sencillo como tomar una pastilla cada ocho horas.

Lo más extraño es que cuando cumplimos un objetivo que es sinónimo de felicidad y sólo nos queda disfrutar, aparecen las preocupaciones.

Seguramente porque hay mayores responsabilidades (que nos encadenan un poco más) y el temor de que esa felicidad no dure lo que esperábamos.

A modo de ejemplo, los futboleros hace más de cuatro años que esperamos la revancha del mundial. Cada día es uno menos, pero es más grande la ansiedad y el miedo a fracasar (perder NO es fracasar, pero nos hacen ver como un dilema imperdonable de la existencia). Inclusive hasta ganando sabremos que la ansiedad comenzará ese mismo día, al esperar el mundial del 2026.

Algunos dicen que la felicidad está recortada por los límites de la prohibición. Que una vida apasionada, de peligro y hasta de imprudencia, aunque sea más corta, puede que deje más felicidad y tranquilidad que una vida controlada, sana y longeva.

Entonces: ¿Qué realmente nos prohíbe ser felices?

Seguramente un sinfín de factores, desde económicos hasta culturales, pero la mayoría van a estar ligadOs a la ausencia del conocimiento, porque cuanto uno más sabe, más probabilidades de ser feliz tiene.

Capaz muchos pierden momentos felices escuchando Gnossienne Nº1, o leyendo Cien Años de Soledad,  jugando al ping pong o cuidando una mascota; pero si los medios no pasan esa música, los libros no llegan a tus manos, no hay dónde practicar ese deporte o nadie te enseñó lo inconmensurable del amor animal… las posibilidades de felicidad menguan.

Otro día hablaremos del por qué los niños sin tanto conocimiento son más felices.

Por ahora, salgamos del estado de confort y conozcamos la felicidad.

Eduardo Chervo – 2022

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