La primera edición mundial, de la Fiesta Nacional del Chamamé cumplió con su séptima noche en un Anfiteatro Cocomarola bien poblado desde temprano. Y temprano también estuvieron los invitados (ajenos al género) que llegaron a Corrientes con un show reducido (por el Covid), pero no por eso de menor calidad.
Lo que sí hay que decir es que el inesperado cambio de planes dejó picando la curiosidad de “como hubiera sido la presentación diseñada originalmente”.
Se trata de Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto dos íconos de la música nacional que llegaron al Taragüí con la mitad del espectáculo anunciado. Como quien pide permiso para entrar a casa ajena, los artistas solicitaron la autorización del auditorio para tocar y cantar chamamé, a su manera. El jueves no hubo “golpes bajos”, como en la jornada anterior cuando los homenajes y despedidas a seres que ya no están en este plano impactaron fuerte en los corazones chamameceros.
Con una voz encantadora, Belén Majul Brilló en los primeros minutos de la velada, igual que Jorge Suligoy con su show en familia y la potencia de Pago Porá fue notable.
En el cierre de la noche los aplausos de pie fueron para los hermanos Acuña que demostraron que su talento está en la sangre, y también hubo aplausos para las siempre queridas y reconocidas Hermanas Vera. Pedro Ríos por su parte, volvió a conquistar al público del anfiteatro.
El publico chamamecero es conocido por ser exigente y celoso del género, pero a veces ese comportamiento roza la falta de respeto y eso termina opacando los esfuerzos realizados para proyectar esta cultura a niveles cada vez más altos.
Traer a artistas de reconocimiento nacional e internacional a interpretar la música de acá, sin dudas abre puertas y es un gesto inmenso por parte de quienes dejan de hacer lo que los llevó a la fama para tocar chamamé.
Ayer en las redes de este diario fue publicada una fotografía destacando la calidad del espectáculo de los invitados del jueves (Lito Vitale y Juan Carlos Baglieto), y los comentarios fueron en su mayoría agresivos hacia dos personas que solo respondieron a una invitación y se sumaron a la enchamigada del escenario Osvaldo Sosa Cordero.
Inesperadamente fue el propio Vitale quien con humildad respondió a los desconocidos agresores.
“Gracias por los buenos y malos comentarios. Nosotros intentamos hacer chamamé a nuestra manera como lo hicieron muchos otros colegas como Pennisi que hizo un show hermoso, lamento la violencia de algunos comentarios”, escribió.
No hace falta agregar mucho más, solamente que cada uno puede dar únicamente lo que tiene, entonces los que tienen violencia dan violencia, y los que tienen humidad y gratitud eso es lo que dan. Triste sería que este extremo fanatismo de cierto sector de la nación chamamecera termine alejando a los artistas que hacen otro tipo de música, pero que admiran y respetan al chamamé.
Los invitados
El piano de Lito Vitale no suena, habla, y Juan Carlos Baglietto no canta con la voz, canta con todo el cuerpo y con el alma, es por eso que quienes tuvieron la oportunidad de escucharlos el jueves en el anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola se fueron con el corazón repleto de arte.
Su presencia en Corrientes fue accidentada desde el inicio cuando la grilla los ubicaba en la noche del martes, pero sin mediar explicaciones su show, (que además incluía la presencia de Jairo, La Bruja Salguero y también Hilda Lizarazu) fue reprogramado para el jueves. En el transcurso de la semana los artistas se fueron bajando. Primero Jairo anuncio que había dado positivo en un hisopado y después La Bruja en sus redes dijo que tenía problemas de salud, aunque no aclaró cuales, (según Baglietto y Vitale, ella también dio positivo para Covid). De Hilda Lizarazu nada se sabe y ni siquiera fue nombrada durante la presentación.
“Gracias por habernos permitido entrar, aunque mas no sea por un ratito, en este universo maravilloso que es la música del litoral, en este templo mundial del chamame”, fue lo primero que dijo Juan Carlos Baglietto al pisar el escenario de la fiesta grande y enseguida agregó: “Gracias por permitirnos dar nuestra visión de esta música” y más tarde Lito agregó: “Queremos estar a la altura”.
“Cosechero” de Ramón Ayala y un placentero instrumental de “Merceditas” fueron algunos de los temas elegidos por el dúo que contó con el acompañamiento en guitarra de Marcelo Delamea, en batería estuvo Martín González Puig y en bajo Juan Pablo Rufino. Para el broche de oro, los invitados se atrevieron a más, y versionaron a chamamé el tema de Jairo “Carpintero José”.
Familias
Con un discurso de paz y empatía, Jorge Suligoy se presento el jueves sobre el escenario Osvaldo Sosa Cordero acompañado por sus hijos Iñaki en acordeón e Imanol en bajo. Fue un espectáculo bien chamamecero, romántico y festivalero que encantó al público. El artista aprovechó sus minutos en escena para llamar a la reflexión y dijo: “Tenemos una fiesta extraordinaria, a veces leo que a uno no le gusta éste, y al otro no le gusta el otro, entonces todos ya somos un desastre. Tenemos que ser un poquito mas misericordiosos y pensar que a esta fiesta la tenemos que construir, y si tenes una buena idea hacela, la crítica destructiva va a destruir al chamamé. Haganlo por amor al chamamé”.
Los Suligoy actuaron temprano, pero no fueron la única familia de talentos. Entrada la madrugada fue el turno de los hermanos Acuña (Néstor y Ariel) que como siempre, llenaron de virtuosismo cada rincón del Cocomarola, y esta vez duplicaron la apuesta sumando al escenario mayor a los hijos de Ariel, Rocío Ayelén y Leo el joven conocido en Corrientes por cantar en la peatonal, “él dice que es artista callejero”, así lo presentó su padre.
Talento joven
Belén Majul es dueña de una de las voces femeninas más lindas del chamamé y sus presentaciones están llenas de talento y dulzura. Es por eso que desde hace año figura entre las favoritas de la Fiesta Nacional. Belén, con su hija en el vientre interpretó temas como “Viejo Paraná”, “Río Manso” y un impecable “Canto Islero” para el cierre.
Pago Porá fue otro de los grupos jóvenes que hizo levantar de sus asientos a quienes antes de la medianoche colmaban el Cocomarola. Además de talento, los jóvenes ofrecen diversión al auditorio y eso en un festival suma muchos puntos.
En la madrugada de la séptima luna mundial del chamamé las ovaciones fueron para Pedro Ríos, el hijo de Pedro del Prado que logró abrirse camino por su cuenta a nivel nacional y hoy sube la vara de este género que apunta a llegar cada vez más lejos.
Fuente: El Litoral Autor: portalcorrientes.com.ar