La Niña y el Calentamiento Global: científicos afirmaron que el cambio climático no provocó la actual sequía

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La salud de los cultivos en Argentina es la más pobre en 40 años, con impactos severos esperados en las cosechas de trigo y soja. El país ya experimentó una disminución del 61 por ciento en los ingresos por exportaciones de granos y semillas oleaginosas entre enero de 2022 y enero de 2023.

En simultáneo a la sequía, una serie de olas de calor sin precedentes (hasta ahora fueron 8) afectó a la región. Según un estudio anterior de la iniciativa World Weather Attribution (WWA – Atribución Meteorológica Mundial) estas olas de calor son más severas debido al cambio climático. El calor continuo exacerba los impactos de la sequía en la agricultura. Por ejemplo, provocando estrés térmico además del estrés hídrico en los cultivos.

Aunque para otro informe, científicos de Argentina, Colombia, Francia, los Estados Unidos de América, los Países Bajos y el Reino Unido colaboraron para evaluar en qué medida el cambio climático inducido por el hombre alteró la probabilidad y la intensidad de la escasez de precipitaciones que condujo a la sequía, centrándose en las condiciones particularmente graves de los tres últimos meses del 2022, de octubre a diciembre.

En particular, analizaron si el cambio climático influyó en la evapotranspiración y en qué medida, así como hasta qué punto exacerbaron la sequía.

El análisis ha sido concluyente: el cambio climático no es el principal impulsor de la disminución de las precipitaciones que causaron esta sequía. Pero el estudio ha demostrado que el cambio climático ha producido un aumento de las temperaturas en la región, lo que ha empeorado los impactos de la sequía.

El alto impacto de la sequía en la agricultura y la actividad económica habla de la necesidad de reducir la vulnerabilidad de los cultivos a la escasez de lluvias. Medidas como la mejora de la eficiencia y la gestión del agua, la anticipación de la sequía utilizando pronósticos estacionales y los instrumentos de seguros para ayudar a los agricultores a sobrellevar los años secos podrían mejorar la resiliencia a este tipo de eventos, señaló el grupo WWA.

“En las observaciones de toda la región observamos una tendencia de reducción de precipitaciones en los últimos 40 años, aunque no podemos estar seguros de que esta tendencia vaya más allá de lo que se espera de la variabilidad natural en la región”, aclararon.

Con el fin de identificar si la reducción de las precipitaciones es una tendencia real más allá de la variabilidad natural que se puede atribuir al cambio climático, examinaron los eventos de precipitaciones escasas de 20 años en la misma región en modelos climáticos y descubrieron que los modelos muestran que los eventos de precipitaciones escasas disminuyen; es decir, se vuelven más húmedos. Lo contrario de la tendencia observada en la mayoría de los registros meteorológicos, aunque esta tendencia nuevamente no es significativa y es compatible con la variabilidad natural. “Por lo tanto, no podemos atribuir las bajas precipitaciones al cambio climático”, subrayaron.

Esto no descarta que el cambio climático haya afectado otros aspectos de la sequía. Si bien la reducción de las precipitaciones se encuentra dentro de la variabilidad natural, las consecuencias de la sequía son cada vez más severas debido al fuerte aumento del calor extremo.

Fuente: El Litoral

Autor: Portal Corrientes

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