JURA EN LA LEGISLATURA, REASUNCIÓN EN LA PLAZA: Valdés ratificó rumbos, pero con prudencia.

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Gustavo Adolfo Valdés encara su segundo mandato al frente del Gobierno. Juró y asumió ayer ratificando el perfil de tres ejes moldeado hace 4 años: modernización, desarrollo e inclusión.

Si alguien exigiera un calificativo para nombrar lo que fue la reasunción de ayer de Gustavo Valdés, ese podría ser la prudencia. La prudencia es el comportamiento orientado hacia una promesa de felicidad, la virtud de obrar de forma justa, adecuada y con moderación. Es la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. Es también una capacidad que consiste en distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia. Y eso fue lo que quedó en el tamiz de un protocolo activado para oficializar una continuidad, la de Valdés como gobernador de Corrientes.

El hombre habló más bien poco, y lo hizo en términos conceptuales, sin grandes anuncios ni proyecciones distintas a las que trazó hace 4 años, cuando estructuró el perfil de su gobierno sobre los pilares de la modernización, el desarrollo y la inclusión.

Esa carta de presentación sobria, moderada en relación con las expectativas que genera su figura y su poder de mando, y que proyectó el nivel de acompañamiento electoral del mes de agosto, tal vez otea en el horizonte las dificultades económicas que serán, a la par de la cuestión vital-sanitaria, el mayor perjuicio de la pandemia. El tiempo que viene será difícil, dijo. Lo dijo varias veces. Su rostro, su tono de voz y su postura se aunaron para convertir esas frases en sentencia. Hasta en los festejos fue mesurado. Correspondió lo justo y necesario a la tribuna de militantes, sobre todo de mujeres, que gritó una o dos veces y aplaudió siempre cada una de las palabras, sobre todo las estribadas en el futuro. Sobre la fe en el futuro.

La solemnidad fue también, ayer, una invitada de tiempo completo, tanto en la Legislatura donde juró como gobernador reelecto de Corrientes, ante la Asamblea Legislativa, como  después en la plaza, donde se calzó los atributos del mando. Nada se corrió de lo establecido: un protocolo celoso que permitió solo el ingreso de invitados, hasta que después, como en goteo, la gente prolijamente se fue acercando hasta el frente de la reluciente fachada de la Casa de Gobierno, por calle Salta. Allí se montó el escenario para el acto de posesión y colocación de atributos: banda confeccionada por sastres militares y bastón de madera y plata labrada por un artesano mercedeño.

En la Asamblea, los tonos de solemnidad se disiparon apenas, por instantes, en ancas de la voz quebrada de Pedro Braillard Poccard, quien juró como vicegobernador, una vez más, en ese recinto que tanto tiene que ver con su propia historia fluctuante como protagonista de la historia institucional de Corrientes. Juró, se hizo cargo del acto y su acción fue largamente vitoreada por la gente que pudo ingresar al recinto de sesiones, custodiado como pocas veces en función de las limitaciones impuestas por la pandemia.

A la hora del discurso, Valdés fue al grano, en clave de enumeración. Modernización, desarrollo e inclusión. Autonomía, federalismo, industrialización, diversificación productiva, Iberá-turismo, generación de empleo, inversión en infraestructura, en internet, en educación. Fue largo el párrafo dedicado a la educación pública y a los maestros, y a la Universidad del Nordeste, y también extenso el dedicado a la pandemia, a los héroes y a sus mártires. Mencionó a todos: desde los enfermeros y médicos hasta el último de los administrativos afectados al control de la peste.

Habló del hospital de campaña, de los respiradores fabricados en Corrientes, de las vacunas y de la gestión sanitaria, que garantizó la atención para cada correntino que lo necesitó y que permitió que aún ante todas las dificultades, el 95% de la producción siga funcionando. Eso dijo el gobernador.

Lo demás fueron agradecimientos. El más importante, a la ciudadanía, que volvió a honrarlo con el cargo para que gobierne la provincia por otros 4 años. Asumió ese compromiso. Lo dijo varias veces, quizás para borrar del corto y mediano plazo esa sensación de zozobra que genera la sola posibilidad de que proyecte su acción a nivel nacional. Valdés es garantía de liderazgo y argamasa del frente gobernante, un ensamble de 32 partidos políticos, por lo que no es lo mismo plantear un escenario de futuro con él adentro que con él afuera.

Agradeció a los que lo votaron: al 77% de los correntinos que lo reeligieron en el marco de una elección sin precedentes, con una diferencia superior a los 53 puntos porcentuales. A los que lo votaron una y otra vez este año, a los que hicieron posible el 3 a 0 en función de los tres turnos electorales.

Valdés se apropió de los símbolos y los puso en escena: los 38 años de democracia, Raúl Alfonsín, los 20 años de la alianza local, la que empezó a gobernar en 2001. Incluso recordó los 200 años de la primera Constitución de Corrientes, sancionada en 1821.

Democracia y Constitución, para obrar de buena fe, según dijo, para escuchar a la oposición antes que imponer los números que el oficialismo tiene y de sobra en la Legislatura, para ser esclavos de la ley y no de los tiranos, dijo. Diálogo y escucha, reiteró.

Valdés habla para todos, pero también para destinatarios específicos, aunque ayer haya usado la generalidad.

Todavía hay asuntos que cumplir para que la reasunción se complete; por caso, la puesta en funciones de su nuevo gabinete. Anoche agradeció a sus ministros, a quienes lo acompañaron hasta acá, pero no dijo más que eso. Estas horas serán cruciales para terminar con el misterio y saber con quiénes, y a qué velocidad, el gobernador pretende encarar este segundo período.

Agradeció a los presentes, muchos invitados que vinieron incluso de otras provincias, funcionarios, legisladores nacionales y exgobernadores, como el chaqueño Angel Rozas. También estuvieron casi todos los exgobernadores correntinos de la democracia, desde José Antonio Romero Feris hasta Horacio Ricardo Colombi. A ambos les agradeció especialmente. A uno por ser el primero en la era de los votos, y al otro por ser su mentor. “Gracias, Ricardo, como siempre”, le dijo. El gentío, entonces, estalló en un bramido.

-¿Cómo está, senador? ¿Todo bien?- fue entonces la pregunta.

-Como niño al colegio- obtuvo como respuesta.

Gustavo Adolfo Valdés, mientras tanto, ya asumido, se convertía en el gobernador constitucional reelecto por el mayor caudal electoral que recuerden los escrutinios provinciales. Sus padres y dos de sus hijos, además de su esposa, seguían atentos cada movimiento, parados sobre el escenario montado frente al rosado iluminado de la refaccionada fachada de la Casa de Gobierno, sobre un fondo verde-radical que estilizaba sus galerías centenarias.

Braillard Poccard también oficiaba de testigo, como la escribana mayor de Gobierno, fedataria de este instante de historia en tiempo presente que, como continuidad, no registra antecedentes en la convulsionada vida institucional de Corrientes.

Las condiciones del tiempo acompañaron. Por momentos una brisa fresca se llevaba los calores y alejaba el peligro de las caras sin barbijos, muchas de las cuales olvidaron el filo de las garras del covid para inmortalizar el momento bajo el imperio de la única certificación válida en estos tiempos: la certificación de asistencia que otorga una foto, que es mucho mejor si es una selfie.

Fuente: Ellitoral.com.ar                                                    Autor: Portalcorrientes.com.ar

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