Las enfermeras son una de aquellas piezas fundamentales en nuestra vida y también en la de los médicos, ya que son el sostén emocional y profesional a la hora de cuidar a un paciente o son una “mano derecha” de los doctores en todo momento.
Por tal motivo, este jueves 12 de mayo se celebra su Día internacional con ocasión del aniversario del nacimiento de la italiana Florence Nightingale, quien nació un día como hoy pero en 1820 y que esta decisión de “honrarla” se tomó en 1974.
De hecho, cada año, el ICN (Consejo Internacional de Enfermeras, en siglas en inglés) prepara y distribuye el kit del Día Internacional de la Enfermera. El kit contiene material de información pública y educacional, para su uso por enfermeros de cualquier lugar.
Solo con 17 años, Nightingale dijo haber vivido “una llamada de Dios para hacer el bien”, pero no ingresó en un convento, ya que quería trabajar de enfermera o educadora de pobres o delincuentes. Ella misma reconoció que entonces únicamente se trabajaba si eras una mujer pobre o viuda sin recursos.
Florence Nightingale marcó el camino de la enfermería.
Al regreso de un viaje por Grecia y Egipto visitó el hospital luterano de Kaiserswerth, en Alemania, y conoció el trabajo de sus diaconisas (cuidadoras) por lo que decidió volver allí para aprender, pese a la oposición familiar.
Poco después, asumió un cargo en un centro asistencial de mujeres en Londres y empezó a analizar la asistencia que prestaban hospitales de esa ciudad y de París. En 1854, gracias a su amistad con Sidney Herbert, secretario de Estado de Guerra, logró que la mandara al frente de un grupo de 38 enfermeras a la guerra de Crimea (1853-1856), que libraban el Imperio ruso contra una alianza del Imperio otomano, Francia y Reino Unido.
Siguiendo las corrientes higienistas de un incipiente concepto de salud pública que luego arraigaría en Gran Bretaña, cambió los hospitales militares: acabó con las camas compartidas por soldados vestidos con sus sucias ropas, consiguió ropa de cama, habilitó una lavandería, hizo alejar el vertedero y logró ventilar las salas y mejorar la alimentación de los enfermos.
Había pocos medicamentos y morían más soldados de infecciones y epidemias que por heridas de guerra. Nightingale mantenía que mejorar las condiciones ayudaba al organismo a curarse, ideas que formulaba desde un poso más religioso que científico, pero eran acertadas.
Sus estudios mostraron que aumentaba la supervivencia porque, además, introdujo en los hospitales la epidemiología y estadística (hacía gráficas, formularios sobre las causas de enfermedad y de muerte), otro campo en el que fue pionera. Fue la primera mujer admitida en la Royal Statistical Society británica, aunque no consiguió que se abriera una cátedra de estadística en la Universidad de Oxford.
Fuente: Corrientes Hoy Autor: portalcorrientes.com.ar